Por Bárbara Avalos
Desde chica, mi mamá me repetía una frase que me quedó grabada: “La curiosidad es madre de la ciencia e hija de la ignorancia”.
Al principio no entendía bien qué quería decir, pero con el tiempo me di cuenta de lo cierto que es. Para descubrir algo nuevo,
primero hay que aceptar que no se sabe todo. Y ahí está la clave: el que no se pregunta, no aprende.
Los niños nacen con esa curiosidad innata. Desde que empiezan a moverse, exploran el mundo con todos sus sentidos. Se preguntan “qué pasa si…”,
tocan, prueban, se equivocan, intentan de nuevo. Un bebé que deja caer su sonajero una y otra vez no está jugando porque sí,
está haciendo su propio experimento con la gravedad. Un niño que mezcla agua con tierra está investigando sin saberlo.
El problema es que muchas veces los adultos, sin querer, les apagamos esa curiosidad con frases como “No toques eso”,
“No preguntes tanto”, “Así nomás es”. Y así, sin darnos cuenta, frenamos su instinto de aprender.
Pensamiento científico desde chiquitos: ¿por qué es tan importante?
Muchas veces se cree que la ciencia es algo lejano, reservado para los que usan bata blanca o trabajan en laboratorios.
Pero la verdad es que la ciencia no es solo aprender fórmulas, es una manera de pensar. Es aprender a cuestionar, a observar, a probar y sacar conclusiones.
Y si queremos que nuestros niños sean personas capaces de resolver problemas, de tomar decisiones bien pensadas y de adaptarse a los cambios,
tenemos que empezar desde el inicio, no esperar a que lleguen a la secundaria para enseñarles a pensar científicamente.
En los primeros años de vida, el pensamiento científico no se enseña con libros llenos de teoría, sino con la experiencia.
Cuando los niños juegan, experimentan y descubren cosas por sí mismos, están haciendo ciencia sin darse cuenta.
La mejor manera de aprender no es memorizando respuestas, sino haciéndose preguntas y encontrando soluciones.
¿Cómo fomentar la curiosidad y el pensamiento científico en casa y en la escuela?
No hace falta ser un experto en ciencia para ayudar a los niños a desarrollar su pensamiento científico.
Tampoco se necesitan laboratorios ni materiales caros. Lo más importante es dejarlos explorar y pensar por sí mismos.
Acá van algunas formas sencillas de hacerlo:
– **Responder con otra pregunta:** Si un niño pregunta “¿por qué el cielo es azul?”, en vez de darle una respuesta rápida, podemos decir
“¿vos qué pensás? ¿Por qué creés que es azul?” y dejar que piense antes de explicarle.
– **Dejar que experimenten:** Mezclar colores, ver qué cosas flotan y cuáles se hunden, jugar con sombras… son maneras simples y efectivas de aprender sin darse cuenta.
– **Enseñar que equivocarse está bien:** Muchas veces evitamos que los chicos hagan algo porque sabemos que puede salir mal.
Pero en la ciencia, equivocarse es parte del aprendizaje. Un científico prueba muchas veces antes de llegar a una respuesta.
– **Relacionar la ciencia con la vida cotidiana:** Todo lo que nos rodea puede ser una oportunidad para aprender.
Cocinar juntos puede ser una clase de química. Mirar las nubes puede ser una introducción a la meteorología.
Plantar una semilla y ver cómo crece es biología pura.
Criar niños que piensen por sí mismos
Hoy en día, la información está en todas partes. Basta con agarrar el celular y tenemos respuestas a todo. Pero no todo lo que vemos o leemos es cierto.
Más que nunca, necesitamos formar niños que sepan analizar, cuestionar y buscar pruebas antes de creer en algo.
Y eso solo se logra dejando que piensen por sí mismos desde pequeños.
Si en vez de darles todas las respuestas, les enseñamos a encontrar las suyas, vamos a estar formando personas más críticas,
más creativas y más preparadas para el futuro. Porque como decía mi mamá, la curiosidad es la madre de la ciencia e hija de la ignorancia.
Y cuanto más curiosos sean nuestros niños, más lejos van a llegar.
Profesora Bárbara Susana Ávalos Ramirez: Escritora y docente con numerosas obras publicadas, incluyendo libros como «La Colmena», «Los Secretos de la Colmena», «La Piedra y el Sol», también de poesía, cuentos infantiles y otros.