El prurigo por insecto es una afección cutánea de origen alérgico que se produce como una respuesta exagerada del organismo a la picadura de mosquitos. Según la Prof. Dra. Perla Alcaraz, especialista en medicina interna y alergias, esta condición es común en niños pequeños y en personas con mayor sensibilidad a los alérgenos presentes en la saliva del insecto.
Al picar, los mosquitos liberan sustancias irritantes que, en la mayoría de las personas, provocan solo una inflamación leve. Sin embargo, en algunos casos, la reacción es más intensa y prolongada, con síntomas como picazón extrema, enrojecimiento severo y la formación de ampollas.
“El prurigo no solo genera molestias inmediatas, sino que también puede derivar en complicaciones si las lesiones se infectan por el rascado constante. Estas heridas pueden dejar cicatrices hiperpigmentadas, especialmente en zonas expuestas como brazos y piernas, lo que afecta la autoestima de los pacientes, sobre todo en mujeres y niños”, explicó la Dra. Alcaraz.
En los casos más graves, pueden presentarse reacciones alérgicas severas que deterioran la calidad de vida del paciente debido a la picazón intensa. Entre estas respuestas, se incluyen edemas extensos en la zona afectada y, en situaciones extremas, reacciones sistémicas que comprometen todo el organismo.
“La alarma se enciende cuando el paciente desarrolla angioedema, es decir, hinchazón en labios, párpados o garganta, además de ronchas generalizadas tras pocas picaduras. Estos casos, aunque poco frecuentes, requieren atención médica inmediata con un especialista en alergias”, advirtió la Dra. Alcaraz.
Prevención y tratamiento
Para reducir el riesgo de prurigo y sus complicaciones, se recomienda el uso de repelentes, ropa de manga larga y mosquiteros. En casos severos, los especialistas pueden indicar tratamientos específicos que incluyen antihistamínicos, cremas antiinflamatorias y, en situaciones extremas, inmunoterapia con vacunas.
Fuente: Dpto. de Comunicación de la FCMUNA