Medio Ambiente y salubridad: ¿Bolsillos Verdes o Árboles de Papel?
En Sanlo te queremos, el medio ambiente y la salud parece ser tan prioritario como el contenido de unos bolsillos bien forrados. Los ciudadanos aseguran que lo que se conoce como “medio ambiente y salubridad” ya no es ni “medio” ni de árboles ni casi salud, sino de ganancias personales. Así, en el ilustre “edificio de vidirio”, circulan rumores de que el “Defensor de la salud pública (según quién pague más)” fue grabado pidiendo coimas. La prueba, que incluso incluiría una transferencia bancaria, reposa en un recóndito departamento que podríamos bautizar como “Fábrica de excusas legales”, junto al igualmente discreto departamento “Guardián de los escándalos… hasta que pase la tormenta”. Todo esto, custodiado con siete llaves, ¿será la orden de “no innovar” la que venga desde las alturas?
Jefa Anticorrupción no Significa ser Antisocial
La nueva “Sheriff anti-corruptos (ladrones de poca monta)” del edificio de vidrio impone su ley con tal soberbia que, según cuentan, quienes trabajan a su lado la “quieren… pero lo más lejos posible”. Según cuentan, ella es experta en la “lenta justicia”, hasta hace poco se encargaba de tramitar sumarios y despedir a cuantos debían desaparecer. Se comenta, incluso, que proviene del primer anillo del ex concejal irresponsable –ese que jamás llegaba a tiempo a reuniones y ahora presume el título de diputado–, lo que sugiere que la irresponsabilidad es casi hereditaria en estos círculos.
La Jueza Sombrerito: Reina del Aire Acondicionado
En el venerado edificio de vidrio, una “suprema guardiana de la lentitud judicial”, vinculada al primer anillo de doña Sombrerito del “tercer cielo” (la Junta Municipal), ha encontrado su refugio en la dirección general de tránsito, ya que bajo aire acondicionado ni un minuto es soportable. Conocida por presentarse apenas dos o tres días a la semana, y durante apenas unas horas para justificar su salario, esta magistrada local improvisada, ha protagonizado varios roces con secretarias que, al parecer, sí saben trabajar. Doña Sombrerito, siempre con ejemplos de “deshonestidad” e “irresponsabilidad”, muestra cómo ser opositora aliada del oficialismo puede imponer la colocación de algunas que otras termitas para seguir “comiendo” los billetes del pueblo.
Asadito Dirigiendo el Tránsito
Unas semanas atrás, desde el emblemático edificio municipal se ordenó que inspectores, autos, grúas y demás herramientas del orden despejaran una de las tradicionales esquinas del centro sanlorenzano, invadida por puestos de asaditos, panchos y otros manjares callejeros. Hasta ahí, el cumplimiento de las ordenanzas municipales parecía la norma. La verdadera sorpresa llegó cuando se descubrió que uno de los puestos desalojados pertenecía a un representante que dirige el tránsito en la ciudad. En Sanlo te queremos, si el desalojado es amigo –o “donante”– de las influencias correctas, se le saca y, casi milagrosamente, se le asigna otro lugar, que, por supuesto, no difiere en ilegalidad del anterior.
¿Quieren o No Quieren Cobrar Impuestos y Tasas?
Recientemente se filtró que un propietario de una empresa de transporte interno de pasajeros –claramente no aliado del infame “chatarrero”– acudió al edificio municipal para actualizar las habilitaciones de sus buses (válidas del 2 de enero al 30 de junio, para que conste). En cuanto el chatarrero representante del pueblo se enteró, se activó en modo tráfico de influencia, llamando a un experimentado PMT encargado de vialidad y a otros personajes, en un intento desesperado por impedir que la empresa cumpla con sus obligaciones. Este, cuyos propios negocios rozan lo ilegal al evadir obligaciones municipales, no puede tolerar que una empresa “no amiga” se mantenga al día. Porque, seamos sinceros, si una empresa cumple, se le hace difícil caer en la red del chatarrero representante del pueblo y sus secuaces.
Obs: El tráfico de influencia se ha convertido en una habilidad muy apreciada entre quienes prefieren romper las reglas en lugar de competir honestamente. Un recordatorio, para quienes aún se lo olviden: el tráfico de influencia es, en efecto, UN DELITO.