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Los nativos digitales no existen, la alfabetización digital sí: IA y educación en la era de la desinformación

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Vivimos en un mundo que, aunque cada vez más digital, sigue arrastrando un error persistente: la creencia de que las nuevas generaciones son «nativas digitales» y, por lo tanto, dominan la tecnología de manera innata. Nada más lejos de la realidad. Si bien niños y adolescentes interactúan con pantallas desde edades tempranas, eso no significa que comprendan su funcionamiento, sus riesgos o su verdadero potencial educativo. Más bien, son huérfanos digitales, como señala el libro

Los nativos digitales no existen. Están hiperconectados, pero no necesariamente informados. Consumen contenido sin saber distinguir entre fuentes confiables y desinformación. Creen que la IA es infalible porque produce respuestas con rapidez, sin entender que no «piensa», sino que solo replica patrones basados en datos preexistentes. Si a esto le sumamos que muchas madres, padres y docentes tampoco han recibido una formación sólida en alfabetización digital, nos enfrentamos a un problema grave: estamos dejando que el algoritmo eduque a las nuevas generaciones sin ofrecerles una brújula crítica.

Profesora Bárbara Ávalos

La IA no es un problema, la falta de educación digital sí. Como educadora y apasionada de las herramientas digitales, veo con frecuencia dos actitudes extremas frente a la IA: el entusiasmo sin filtro y el rechazo absoluto. Ambos son peligrosos. Ni la IA es la solución mágica para la educación, ni su prohibición resolver los desafíos de la enseñanza en la era digital. En la práctica, herramientas como ChatGPT, Copilot o Gemini pueden ser aliadas poderosas para la planificación de clases, la personalización del aprendizaje o la exploración de nuevas metodologías. Sin embargo, si los docentes no saben cómo funcionan estos modelos, pueden usarlos de manera superficial o, peor aún, contribuir sin darse cuenta a la propagación de información errónea. Por eso, es fundamental alfabetizar digitalmente a las madres, padres y docentes. No basta con saber encender un dispositivo o abrir una aplicación. Es necesario comprender la lógica detrás de las herramientas digitales, identificar sesgos en los algoritmos y desarrollar pensamiento crítico ante la información que ofrecen.

El peligro de un modelo educativo tecnocentrista. Un error recurrente en la integración de tecnología en las aulas es creer que basta con incluir dispositivos y programas de IA para mejorar la educación. La enseñanza no es solo transmisión de información, es también un proceso social, emocional y experiencial. No podemos reducirla a una pantalla o delegarla en algoritmos. En mi trabajo deseando planes educativos innovadores, insisto en que la IA debe ser un complemento, no un reemplazo. No se trata de sustituir la enseñanza tradicional por procesos más automatizados, sino de potenciar la creatividad, el pensamiento crítico y la autonomía del estudiante. Además, debemos considerar las brechas de acceso. No todos los estudiantes tienen las mismas oportunidades de acceder a herramientas tecnológicas o a una conexión estable a internet. Si la integración de la IA en la educación no se hace con un enfoque inclusivo, corremos el riesgo de ampliar las desigualdades en lugar de reducirlas.

Cómo guiar a las nuevas generaciones en la era de la IA. Si queremos que niñas, niños y adolescentes utilicen la IA de manera responsable y provechosa, primero debemos educar a quienes los guían. Aquí algunas estrategias clave: 1. Aprender antes de prohibir: El miedo a lo desconocido lleva a muchos adultos a prohibir herramientas digitales sin comprenderlas. En lugar de cerrarnos a la IA, debemos explorarla y aprender a usarla con criterio. 2. Educar con el ejemplo: No podemos pedirle a un estudiante que verifique fuentes si nosotros compartimos fake news en redes sociales. Tampoco podemos hablar de los peligros de la IA si no sabemos cómo funciona. La alfabetización digital comienza con nosotros. 3. Fomentar un uso equilibrado: La IA es una herramienta, no un sustituto del juego, la socialización o la exploración del mundo físico. Es necesario promover un uso consciente, en el que las pantallas no reemplacen la creatividad ni la interacción humana. 4. Incorporar la ética digital en la educación: La IA no es neutral. Está diseñada por humanos, con sesgos, limitaciones y objetivos específicos. Debemos enseñar a las nuevas generaciones a preguntarse quien desea la tecnología, con quienes y que impacto tiene en la sociedad.

Alfabetización digital como prioridad educativa. La educación en la era digital no se trata solo de usar tecnología, sino de comprenderla y cuestionarla. No podemos seguir creyendo que los jóvenes dominarán estas herramientas por el simple hecho de haber nacido con ellas. La IA no es un problema, pero lo es la falta de formación en pensamiento crítico y alfabetización digital. Si queremos que la IA sea una aliada en la educación, necesitamos un cambio de enfoque urgente: madres, padres y docentes deben formarse primero para luego guiar a las nuevas generaciones. No podemos dejar la enseñanza en manos de los algoritmos. La educación sigue siendo, y siempre será, un acto profundamente humano.

Profesora Bárbara Avalos

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