¡Cuidado! El sanlorenzano se mantiene calladito
Es admirable ver cómo los legisladores colorados (a nivel nacional) se encuentran en plena «peleita» entre ellos. Claro, cuando los de la ANR se agarran del moño, habría que preguntarse si hay heridos reales o si, como siempre, todos terminan saliendo ilesos y con un par de nuevos «acuerdos» bajo el brazo. Porque, admitámoslo, todos tienen su cuota de poder (o pecadillos, como les dicen cariñosamente). La verdadera pregunta es: ¿esta vez no habrá $olución mágica que calme las aguas antes de las presidenciales? ¿O acaso la ofrenda de paz será, como siempre, un puestito clave para «servir al pueblo»? Perdón, quise decir para garantizar la corrup… digo, la estabilidad política.
Él saldrá sin un rasguño
Mientras tanto, el senador colorado sanlorenzano juega al arte del sigilo. Nada de apuros ni discursos rimbombantes; él sabe que el silencio es oro (y el poder también). Su apellido, que algunos dicen que tiene tintes proféticos, parece hacerle justicia, porque sus movimientos políticos son de un equilibrio digno de un equilibrista del Circo del Sol. Todo apunta a que saldrá ileso de las disputas internas, y sus colegas seguirán viéndolo como el buenito de siempre. Pero cuidado, que este buenito tiene fama de ser el que más gana mientras los demás se desgarran las vestiduras. ¿Esta vez qué estará tramando?
Otra más de republicanos y santos demócratas
Pasamos ahora a la carpa de HC en San Lorenzo. Si, donde todos los «santos» del cartismo local están. Ahí, la paz parece estar pegada con engrudo barato, porque cada tanto los bordes se despegan. Es lo que pasa cuando el pastel del poder está sobre la mesa y demasiadas manos quieren un pedazo. El problema es que en este grupo todos conocen las «matufias» del pasado, esas que se cocinaban en épocas recientemente pasadas en el famoso edificio de vidrio. Y como dicen, el peligro no está en lo que se desconoce, sino en lo que se sabe demasiado bien.
Hablando de pasados: Abrazos y borrón de denuncias
Años 2020 y 2021: el pastorcito de HC en San Lorenzo denunciaba con fervor al entonces lord mayor (el millonario cooperativo) por lesión de confianza, acusándolo de sobrefacturación, informes falsos y fotos clonadas, entre otras joyitas. Visitó todos los medios habidos y por haber e inclusive denunció con documentos en Contraloría General de la República clamando justicia contra la corrupción el ex intendente «Quiñoquis». Pero, sorpresa, lo que parecía un drama político terminó como una novela de televisión paraguaya: con final feliz. Ahora, el pastor y el cooperativo son parte del mismo equipo. Mientras el pastor reza por la conversión de su nuevo aliado, éste le devuelve los favores con un «chumbala cachumba» ocasional. Así es, del rencor al amor en un santiamén.
Carpa azul
Por su parte, los presidentes de comités del PLRA en San Lorenzo han decidido unir fuerzas, y no por capricho, sino porque realmente quieren que la ciudad avance. Estos líderes locales, con un verdadero compromiso por San Lorenzo, buscan que las decisiones no se sigan tomando desde los despachos de los altos dirigentes del comité central en Asunción, quienes parecen más preocupados por mantener el control que por atender las necesidades del pueblo. ¡Y cómo no! Si para estos altos dirigentes del comité de Asunción, San Lorenzo no es más que un tablero de ajedrez para sus jugadas políticas. Pero los líderes locales han dicho basta. Exigen dejar de ser relegados a un papel secundario en las elecciones municipales y han lanzado un mensaje claro: San Lorenzo merece estar en el centro de las prioridades del partido. Ahora, los dirigentes de Asunción miran con recelo esta rebeldía, temerosos de que las aguas se agiten demasiado y los dejen tambaleándose para las presidenciales. Veremos si los líderes locales logran mantenerse firmes o si los centralistas consiguen meter sus manos largas donde no deben, aunque éstos últimos tienen dos representantes en el tercer cielo del edificio de vidrio, donde el color azul se tiñe con rojo desde hace algunos años.
Tercer espacio: ni tercero, ni segundo, ¿ni siquiera en la lista?
El autodenominado «tercer espacio» sigue dando material para crónicas de alto entretenimiento político. Después de todo, en este circo siempre hay malabaristas viejos, pero con trucos reciclados. Por un lado, tres figuras que tuvieron una respetable cantidad de votos en las elecciones municipales pasadas parecen haber dejado atrás sus dramas de telenovela. Ahora, con un guion más claro, están en plena misión de reconciliación: “Si no nos unimos, nos quedamos sin pan, sin torta y hasta sin el café,” parece ser su mantra actual.
Remera de Tercer Espacio, pero con receta para envenenar
Ah, el “Tercer Espacio”, ese lugar mágico donde supuestamente todo es diferente… hasta que alguien aparece con la clásica camiseta y el manual de sabotaje bajo el brazo. Porque no falta el veterano curtido de algún partido tradicional o el autoproclamado innovador que, con su flamante remera de “cambio”, lanza las ya conocidas “bombitas” que dispersan cualquier intento de unidad.
Y no hablamos de cualquier dispersión: hay quienes se especializan en aplicar esas recetas de oro para intoxicar desde adentro, desmotivando a unos y enfrentando a otros, como si de un arte oscuro se tratara. Porque si algo domina la vieja política es el ajedrez donde los nuevos ni siquiera llegan a armar el tablero.
La pregunta queda en el aire: ¿esta vez los expertos en dinamitar la esperanza lograrán su cometido, o veremos al Tercer Espacio resistir gracias a su madurez política? El tiempo lo dirá, pero mientras tanto, que no falten las camisetas.
¿Y la izquierda y los del centro?
Por otro lado, los sectores de izquierda y centro están en movimiento… aunque más callados que biblioteca vacía. Y ahí está el problema: jugar al silencio y luego lanzarse a las elecciones cada uno por su cuenta es, literalmente, un suicidio político. La fórmula es bien conocida: no solo pierden votos, sino también la credibilidad, tanto de sus organizaciones como de sus líderes. En resumen, si siguen en este plan, lo único que van a unificar es el número de derrotas.