El director de Servicios Municipales de San Lorenzo, Juan Manuel Enciso, fue «víctima» de un comentario certero por parte de una vendedora cuyo puesto (junto a otros muchos) está en situación irregular según ordenanzas y leyes nacionales. Sin filtro alguno, la comerciante le soltó: «No te hagas del boludo». Aunque la frase pareció casual, no podría haber retratado mejor la situación, ya que cada intento de “poner orden” en las calles cercanas al mercado principal parece una jugada torpe y esporádica, una maniobra que solo prolonga el problema.
¿Qué pasará cuando la situación explote? Porque lo hará. Y cuando eso suceda, el caos afectará no solo a los vendedores ilegales, sino a cualquiera que tenga la mala suerte de estar cerca, incluidas las autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.
El reciente y fallido intento de notificar y aplicar eso de hacer correr los puestos de venta hasta dejar 1,20 metros para camino de peatones, por parte de las autoridades municipales de San Lorenzo a los vendedores cuyos puestos están ilegalmente instalados cerca del mercado, nos recuerda, una vez más, la escasa voluntad de hacer cumplir las normas. El espacio público, que debería ser de libre para que los peatones puedan circular sin poner en peligro su integridad física, se ha vuelto un concepto utópico. La verdad, que para los peatones sanlorenzanos, caminar por las veredas sin obstáculos no es un sueño, sino una pesadilla constante, donde el peligro de accidentarse es una realidad diaria.
Cabe acotar que haciendo correr los 1,20 metros, igual está contra las ordenanzas y leyes nacionales vigentes.
Años atrás, fui testigo de cómo funcionarios municipales, bajo el mando de directores de turno, desmantelaban casillas de venta en plena calle, incluso durante la noche, en un operativo que parecía sacado de una serie de acción. Al día siguiente, las mismas autoridades se pavoneaban frente a las cámaras, orgullosos de haber “restablecido el orden” y cumplido con una orden judicial. Sin embargo, solo pasaron unos días y los mismos vendedores estaban de vuelta, rearmando sus puestos y, en algunos casos, ampliándolos unos centímetros más, como un claro desafío a la autoridad: «No te hagas el boludo… acá mandamos nosotros». Y este “teatro” no fue un hecho aislado, ya que antes y despues hubieron otras acciones parecidas.
Así sigue el ciclo. Cada operativo parece más un «chake» simbólico, una foto para el recuerdo, mientras el desorden continúa reinando.
Mientras tanto, los únicos que realmente pierden son los ciudadanos sanlorenzanos, atrapados en medio del caos del centro de la ciudad, con calles como Julia M. Cueto y Mariscal Estigarribia prácticamente intransitables. En particular, Julia M. Cueto se ha vuelto sinónimo de suciedad, con casillas, puestos de venta y montañas de basura que convierten cualquier intento de paseo en un mal sueño. En las redes sociales, San Lorenzo ya es objeto de burla, y especialmente Julia M. Cueto, un lugar donde el tránsito es una pesadilla y la suciedad impera.
Por eso, me uno al grito de la señora: «No se hagan los boludos, señores autoridades. Están para poner orden, no para perpetuar el caos». Y también les digo a los vendedores que han ocupado las veredas y parte de las calles durante años: «No se hagan los . Disfrutan del desorden bajo la bandera del derecho a trabajar, pero todo trabajo debe ser legal. Están en falta no solo con las ordenanzas y las leyes nacionales, sino también con los ciudadanos de San Lorenzo, quienes deben soportar el desorden y la suciedad que dejan tras de sí. Lo peor es que dejan a los sanlorenzanos la tarea de limpiar lo que ustedes abandonan».
Y así, en San Lorenzo, mientras las autoridades posan para la foto, los ciudadanos siguen esperando a que la única realidad que les venden sea más que un “brindis por el caos”.