San Lorenzo, esa bendita tierra donde el infortunio no solo visita, sino que parece haber montado un spa permanente. Aquí, donde los personajes públicos hacen méritos diarios para mantener a la mala suerte bien cómoda, entre oficinas de administraciones del mercado que son hediondas, reuniones absurdas y decisiones tan brillantes que necesitan gafas de sol. ¡Que viva la desventura!
Infortunio I: Administradores de oro… pero no sirven ni para limpiar
Ah, el mercado central de San Lorenzo, ese lugar donde los administradores parecen haberse olvidado que gestionar implica más que esperar la paga mensual que realizan los permisionarios. Estos sacrificados trabajadores, hartos de que el lugar se convierta en el aguantadero de planilleros y planilleras – es decir, esa peculiar especie que roba su salario bajo el disfraz de “trabajo” – decidieron tomar cartas en el asunto. Y es que, cada vez que les reclaman algo, sale el sermón más trillado desde Adán y Eva: «Yo no fui, fue él». Pero en esta versión moderna del Edén de la oficina de los administradores del mercado, la respuesta es un siempre confiable: «Eso no es nuestro problema». Claro, porque para ellos, limpiar la cloaca que les rodea es cosa de otro mundo. Total, ellos están muy ocupados tomando tereré y esperando el cheque del mes. ¡Bravo, héroes del servicio público!
Infortunio II: Bomberos desplazados por el noble arte de la política barata
En la lujosa y costosa reunión del miércoles pasado en el tercer cielo del edificio de vidrio, una ilustre representante del pueblo decidió que la historia de su partido era más importante que cualquier otra cosa. Entre relatos de sus años de juventud, fotos de cuando era flaquita y tierna, y lecciones de historia partidaria que nadie pidió, se perdió la esencia del problema. Pero tranquilos, ya tenemos un lugar especial en la agenda para sus clases magistrales de autoelogio de la yapulita. Mientras tanto, los bomberos de Reducto deben desalojar el predio de Reducto para ser enviados a un terreno desolado, porque claro, proteger a la ciudadanía es menos importante que la próxima subseccional.
Infortunio III: ¡Misión cumplida, señores!
Nueve representantes, nueve genios estratégicos, cumplieron con su gloriosa SUPUESTA misión: no dar el predio de Reducto a una subseccional, pero eso si… mandar a los bomberos al exilio, perdón, a un terreno baldío. Y lo hicieron con una sonrisa en la cara, como si acabaran de salvar al mundo. La ciudadanía que se opuso desde el principio, claro, quedó mirando cómo el desastre se consumaba, pero ¿qué más da? Lo importante es que los siete caballeros y dos damas pueden irse a casa satisfechos, seguros de que su «misión» fue un éxito… al menos hasta poco antes de salir de la oficina y que alguien les salpicara con aguas de “bendición”
Infortunio IV: Ciudadanos 1 – Subseccional 0 (por ahora)
Un grupo de ciudadanos valientes decidió que no iban a quedarse callados ante la entrega descarada de bienes públicos al partido de gobierno. ¿Y qué creen? Lo lograron. Frenaron la resurrección de una subseccional zombie y mantuvieron el terreno para el uso público. Claro, eso si no aparece alguien en algún momento diciendo que, “ups, siempre fue propiedad privada”. Porque en esta ciudad, cualquier cosa es posible. PD: Prometen seguir insistiendo para que el predio de Reducto sea finalmente para los bomberos
Infortunio V: Gorilas sueltos en la jungla política
La última joya de la corona de esta tragicomedia ocurrió cuando un tal Franci, salido de la presidencia de la Junta Municipal, decidió demostrar su virilidad empujando a una mujer manifestante. Este energúmeno no contento con una vez, incluso intentó hacerlo por segunda vez, porque claro, una agresión no es suficiente cuando estás en pleno modo «gorila». Y así seguimos, con un «presi» mudo que ahora habla, pero solo para rodearse de tipos que reaccionan como si estuvieran en una película de gánsteres de los años 70. ¿Será que algún representante del pueblo pedirá cuentas al presi de esta acción desfachatada del gorila que salió de la sala con la mano en el hombro de su jefe?
Conclusión:
San Lorenzo, donde el infortunio encuentra su hogar, y los que deberían protegernos y representarnos son los primeros en contribuir al desastre. ¡Aplausos para ellos!