La inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha desencadenado una polémica de magnitudes globales. La ceremonia de apertura presentó una interpretación de ‘La Última Cena’ de Leonardo da Vinci protagonizada por drag queens, una decisión que ha generado una avalancha de críticas y una considerable indignación entre las comunidades cristianas de todo el mundo.
La polémica representación de ‘La Última Cena’ mostró a hombres vestidos con atuendos femeninos, y a una drag queen interpretando a Jesucristo con cadenas en las muñecas. En lugar de ser celebrada como un acto de modernidad y diversidad, muchos la han recibido como una burla y una afrenta a una de las representaciones religiosas más sagradas del cristianismo. La escena, que rápidamente se hizo viral en redes sociales, ha levantado un clamor que cuestiona los límites del respeto religioso en eventos de tal magnitud.
Tomás Guasch, periodista, expresó su repudio en un comentario en directo: «Es inaceptable, una ofensa gravísima y una cosa terrorífica. A ver el día que estos personajes se atreven a hacer una coña con Mahoma». Esta crítica refleja un sentimiento compartido por numerosos comentaristas y figuras públicas, que se preguntan si la misma libertad artística se aplicaría a representaciones de figuras religiosas de otras tradiciones. Javier Tebas, presidente de La Liga, se unió a la ola de condenas, describiendo la actuación como «inaceptable, irrespetuosa e infame» y cuestionando el respeto por las creencias religiosas en el marco de un evento global como los Juegos Olímpicos.
La controversia se vio exacerbada por la forma en que la ceremonia fue llevada a cabo. En lugar del tradicional desfile en el estadio olímpico, la inauguración se realizó a lo largo del río Sena, con los deportistas navegando en barcos y la ceremonia culminando en un espectáculo al aire libre. Esta decisión, destinada a crear una experiencia memorable y visualmente impresionante, se vio afectada por una lluvia torrencial que azotó París durante la ceremonia, con el público y los atletas expuestos a las inclemencias del tiempo. La lluvia incesante y la falta de un plan de contingencia adecuado para resguardar a los asistentes y participantes han sido criticadas como una falta de previsión por parte de los organizadores.
En medio de la lluvia y el espectáculo artístico, la ceremonia también fue objeto de otra controversia. El Comité Olímpico Internacional (COI) decidió no incluir a los Reyes de España, Felipe y Letizia, en la señal televisiva de la ceremonia. A pesar de que los monarcas estaban presentes y apoyaban a los deportistas españoles, la decisión de no mostrar a las autoridades españolas en la transmisión ha generado frustración y confusión en España. Otros países, sin embargo, vieron a sus líderes durante la inauguración, lo que ha añadido un matiz de inequidad a la cobertura del evento.
El espectáculo de apertura incluía varias actuaciones de diversa índole, con una mezcla de elementos históricos y modernos. Aparte de la controversia por la representación de ‘La Última Cena’, el evento también se destacó por la participación de Lady Gaga y una serie de actuaciones diseñadas para resaltar la diversidad cultural y el espíritu olímpico. Sin embargo, la mezcla de arte contemporáneo con la sagrada tradición religiosa resultó ser uno de los aspectos más comentados y criticados de la ceremonia.
El despliegue artístico, que buscaba ser un reflejo de la vanguardia cultural de Francia, ha sido interpretado por algunos como una manifestación de decadencia y falta de respeto hacia las tradiciones religiosas. Usuarios de redes sociales han calificado la representación como «decadente, satánica y despreciable», planteando interrogantes sobre la relación entre los Juegos Olímpicos y lo que perciben como una burla al cristianismo. La frase recurrente en las críticas ha sido: «No tienen cojones para hacer una parodia con Mahoma», subrayando la percepción de que la irreverencia se dirige principalmente hacia el cristianismo.
A pesar de la controversia, algunos defensores del espectáculo argumentan que la representación de ‘La Última Cena’ es una expresión de diversidad y tolerancia, en línea con los valores que el evento pretende promover. Estos defensores sostienen que Francia, como país conocido por su enfoque progresista en cuestiones de identidad de género y representación, está simplemente extendiendo estos valores a su celebración olímpica.
En resumen, la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha sido marcada por una serie de controversias que han eclipsado parte de su esplendor. La representación de ‘La Última Cena’ ha generado un debate global sobre los límites del respeto religioso y la libertad artística. La lluvia, que hizo del evento un desafío logístico, y la decisión del COI de no incluir a los Reyes de España en la transmisión televisiva, han añadido complejidades a una inauguración que pasará a la historia no solo por su ambición artística, sino también por las intensas reacciones que ha suscitado.
Fuente: eldiarioalerta