Con 69 años, Agustina Olmedo sigue recorriendo las calles de San Lorenzo con su fiel burro, ofreciendo las famosas churas que tanto aprecian sus clientes. Desde 1974, su jornada laboral de nueve horas diarias no ha conocido descanso, enfrentándose al calor, al frío y a la lluvia. Su dedicación ha construido una clientela fiel, que incluso la busca en su casa si no la encuentra en su ruta habitual.
Nos recibió en su hogar en el barrio Reducto con una cálida sonrisa. Mientras conversábamos, miraba con orgullo la casa que levantó junto a su difunto esposo, a quien ayudó mezclando los materiales bajo el sol y la sombra. Cada rincón de su hogar cuenta la historia de esfuerzo y amor que la define.
Sobre su trabajo, Agustina nos contó que las ventas aumentan en invierno, cuando las personas buscan la energía que ofrecen productos como el hígado, el riñón, el mondongo y las tripas. Con una sonrisa, recordó cómo algunos de sus clientes le dicen que la veían pasar con su burro desde que eran niños.
A pesar de las dificultades de su labor, doña Agustina asegura que tanto ella como su inseparable compañero de ruta gozan de buena salud. Su historia es un ejemplo vivo de sacrificio y amor por el trabajo, una inspiración para quienes la conocen y disfrutan de sus productos.
Entrevista a Ña Agustina (burrerita). Audio original.