Mbeguemi online: Los mercaderes del mal

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El comercio existe desde que hubo sobre la tierra dos personas que tenían cosas que intercambiar. Al principio existía el trueque: alimentos por herramientas, animales por grano, y otras mercaderías. Las cosas pasaron a llamarse mercaderías desde el día que hubo gente cuya profesión fue dedicarse a cambiar cosas para ganarse la vida.

Los mercaderes originales eran –generalmente- personas honestas, claro, dependiendo del grado de ambición que tenían. Cuando más ambicioso se vuelve el ser humano, más egoísta es, menos sensible, y menos humano. ¿Por qué menos humano? Porque su humanidad empieza a corromperse. Se vuelve un ser corrupto.

Quizás no haga falta aclarar qué significa ser corrupto en razón de que en esta ciudad universitaria tenemos auténticos “masters” y “especialistas” dedicados a ese tema. Como muestra basta un botón: usted puede preguntarle a cualquiera–incluso a un niño- qué es un corrupto… y sin dudarlo señalará con su dedo cierto edificio de vidrio.

Y no es que el edificio sea corrupto, ni que tampoco sean corruptos todos los que allí dentro están. No. Pero si es cierto que quienes gobiernan ese lugar –y desde allí gobiernan a toda la ciudad- SI, SON CORRUPTOS. Incluídos –posiblemente- aquellos super-organismos del estado que están adentro para –supuestamente- controlarlos.

1. MERCADERES DEL ATRASO

Y decimos que son personas corruptas porque siendo ellos los depositarios de la confianza popular –manifestada a través del voto- han defraudado esa confianza. Lo decimos –también- porque siendo los depositarios del dinero público destinados al mantenimiento y mejora de la ciudad, han desperdiciado malamente esos bienes.

Pese a la riqueza que aportan sus cientos de miles de habitantes, San Lorenzo se ha empobrecido, se ha arruinado, se ha atrasado, a lo largo de estos cinco años. Una persona corrupta podrá hablar de progreso y de obras, pero cuando la ciudad de la que está hablando se cae a pedazos, y está cada vez peor… OBVIAMENTE MIENTE.

Así como ciertos mercaderes modernos de la política son reconocidos por su corrupción y su egoísmo, también son famosos por sus grandes discursos mentirosos. Discursos a los que no les falta el consabido condimento de los “hurreros”. Así como la comida podrida se puede disfrazar con mucho picante, los discursos mentirosos se condimentan con hurras y aplausos alquilados.

Lo cierto es que estos mercaderes de la corrupción, que –cuando no hay elecciones cercanas nos miran con tanta arrogancia y desprecio- nos han cambiado nuestros bienes por engaños. Nuestros impuestos por mentiras. Y podemos ver que pese a los miles de millones que dicen haber gastado para nuestro bien… hoy no tenemos nada.

Cuando un mercader toma tu dinero a cambio de alguna cosa, y no te da nada: es un robo. Cuando te promete algo por tu dinero, y no te da nada: es una estafa. Y cuando te exige tu dinero, te apremia, te amenaza, y te lo quita a cambio de nada: es un asalto. Y resulta que después de 5 años volvemos a darnos cuenta que no tenemos nada.

En ese tiempo nos robaron, nos estafaron, nos engañaron y nos asaltaron. Y no solo perdimos a manos de esa gente todos los bienes de la ciudad, sino que además nos hemos atrasado otros cinco años. La ciudad, sus calles, sus escuelas, sus plazas, todo… se cae a pedazos. Y ni siquiera tenemos idea de cuanto es lo que nos pueden haber endeudado a futuro.

Los mercaderes del atraso se han enriquecido –mientras tanto- de manera evidente, visible y vergonzosa, incluso estando expuestos ante la vista de todo un pueblo… y de los organismos de control que deberían vigilar, proteger, y prevenir cualquier clase de hecho punible o deshonestos: la “honorable” junta municipal y la contraloría.

2. MERCADERES DE LA POBREZA

Lo peor no está en la destrucción de nuestra ciudad. Porque peor aún es la creciente pobreza en la que se están sumiendo nuestros hogares y  nuestras familias. Nuestro pueblo pierde lo más elemental: pierde sus fuentes de trabajo. Se cierran fábricas, se cierran comercios, los obreros son despedidos, los artesanos no puede vender, los profesionales no pueden trabajar. El pueblo se queda sin trabajo.

Y hasta parece que ser pobre es culpa del ciudadano. No fue el ciudadano el que ordenó mantener abiertos los aeropuertos por los cuales vinieron pasajeros con la peste. No fue el pueblo el que mantuvo abierto el “Puente de la Amistad” por donde entró el COVIP caminando, en moto, en carretillas, en buses y hasta en camiones.

No es el pueblo el que trajo la enfermedad a nuestra patria, sino un gobierno estúpido y cobarde que siempre da gritos y palos a sus compatriotas mientras besa los pies de tiranos foráneos como lo fue Trump y como lo es Bolsonaro. No fueron vecinos de San Lorenzo los que metieron en la ciudad a un viajero que trajo desde Ecuador la peste.

Y ahora que estamos muriendo de a 100 paraguayos por día, los mismos idiotas que nos expusieron a la enfermedad y a la muerte, nos cierran los negocios, nos atropellan con armas los comercios, nos encierran en nuestras casas… cuando los que deberían estar BIEN ENCERRADOS son ellos. Y no en sus casas, sino en una cárcel.

Ahora que necesitamos el doble de dinero para sobrevivir, porque su podrido sistema de salud no funciona, ahora es cuando no hunden en la pobreza: encerrándonos e impidiéndonos trabajar. Y no hablo solo del Palacio de López, o del plato volador… sino especialmente del palacete de vidrio que es –si se quiere- aún peor que sus amos.

Peores porque no demuestran el más mínimo interés en protegernos. No tienen intención de adquirir vacunas y aplicarlas a nuestro pueblo. Prefieren tirar 3 mil millones en una obra –tan costosa como dudosa- antes de acudir en auxilio de quienes los votaron. Ni siquiera recuerdan que la plata derrochada es del pueblo al que joden.

3. MERCADERES DE LA CORRUPCION

No solo la pobreza es negocio para los mercaderes de la política. La corrupción también es un negoción. En primer lugar porque –siendo ellos corruptos- les parece normal meterse en el bolsillo lo que el pueblo está obligado a tributar. Y por eso muchas personas creen que las leyes son corruptas: porque no son iguales para todos.

Ese es un error. Las leyes no son injustas. Injustos los jueces cuando no aplican las penas que la ley manda, injustos los fiscales que dejan de ver el crímen detrás de una cortina de billetes, injustos los que controlan cuando dejan de ver el delito porque ya están adentro. La ley sin justicia es letra muerta, y la justicia sin jueces justos en injusticia.

Es en estos tiempos, cuando la corrupción interpreta las leyes, cuando las leyes justas parecen injustas, y cuando las leyes injustas son aún más injustas. Hasta el remedio mas sano y más puro puede volverse veneno cuando se lo contamina. Y nosotros hemos permitido que la corrupción contamine absolutamente todo lo que tenemos.  

Hemos permitido que nos ensucien el trabajo, que nos manoseen la familia, que se metan en nuestras casas, que nos prohiban salir a la calle, que nos quiten nuestro trabajo, que nos hagan comer las limonas que ellos nos tiran. Muchos de nosotros –incluso- hemos vendido nuestra dignidad y el honor de nuestra familia por monedas.

¿Cuándo vendimos nuestro honor? ¿Cuándo nos contaminó la corrupción? Cuando aplaudimos a uno de esos mercaderes de la corrupción: ya sea porque no tuvimos los huevos para cerrar la puerta de nuestra casa en su nariz, ya sea porque le creímos de nuevo sus mentiras de cada 5 años, o por una mísera bolsa de pollos.

Nos convertimos en lo mismo que ellos: mercaderes de la corrupción, agentes del engaño, traficantes de la mentira. Y creemos que de esa manera somos más inteligentes. Ellos empezaron así: aplaudiendo y siguiendo a otro corrupto mayor. Lo único que se consigue con eso es aumentar la peste de corrupción. Propagar el mal.

4. MERCADERES DE LA ENFERMEDAD

Escuché que un religioso dijo que “el covip es una prueba que Dios nos manda para probar nuestra fe”. Aunque sobre cuestiones de fe no quisiera opinar, porque eso depende de cada persona, estoy persuadido de que no para todos el covip es una prueba de fe. Para ciertos mercaderes de la política la enfermedad es un buen negocio.

La enfermedad y la muerte ya eran un excelente y lucrativo negocio muho antes de que el COVIP entrara por Silvio Pettirossi. Los políticos y la gente de blanco ya se forraba de plata mucho antes con el DENGUE, con el CANCER, con la GRIPE ASIÁTICA, con la GRIPE AVIAR, y con la GRIPE PORCINA. Hasta los enfermos renales son negocio.

Gracias a la desgracia ajena, muchos se enriquecieron en este país: hay mansiones edificadas con mosquitos, hay camionetas compradas con vacunas, hay pisos con vista al mar que se compraron con insumos hospitalarios. Por eso en las universidades se le enseña a los futuros médicos que al entrar son bichos como el resto de la humanidad, pero que cuando egresen serán dioses.

El mismo engaño que usó la serpiente con Adán y Eva: el conocimiento os hará dioses. Pero no solo son dioses los médicos que traicionan a hipócrates, a esculapio y a galeno. También deciden sobre la salud del pueblo muchos dioses que ni siquiera han pisado una universidad. Algunos de ellos analfabetos funcionales, pero instruidos en el robo.

Otro botón como muestra: ¿no son dioses que deciden sobre nuestra salud y la de nuestras familias, aquellos que dilapidan miles de millones en obras faraónicas, cuando nos niegan la atención, los medicamentos y las vacunas que podrían salvar a muchos pacientes graves? ¿No son dioses aquellos que usan a una paciente enferma como publicidad para sus mentiras? Son dioses oscuros, de la maldad, de la enfermedad. 

5. MERCADERES DEL HAMBRE

Es cierto que no todos los sanlorenzanos han caído enfermos. Aún hay algunos que han logrado –de algún modo- librarse de esta terrible enfermedad. Afortunadamente no todos estamos destinados a las masmorras de este sistema sanitario. Pero aún ellos –y nosotros- estamos en manos de los mercaderes del hambre.

Si, me refiero a los que persiguen al trabajador honesto recaudando puntillosamente cada tributo hasta agotar al ciudadano. A los que te cierran el negocio “por la pandemia” pero que no se acuerdan de ningún virus a la hora de pasarte la “factura por tributos, impuestos y contribuciones”. A los que se forran gracias a nuestro trabajo.

Porque –había sido- que el hambre también es buen negocio. También es mercadería para los mercaderes de la política. Prueba de ello es lo acontecido con los víveres para tercera edad y los víveres para la emergencia por las precipitaciones pluviales. Todo eso se manipuló como herramienta para obtener votos y seguidores.

¿O acaso ya te olvidaste Juan Pueblo de cuando las redes sociales se llenaron de videos de concejales y operadores políticos retirando camionetas llenas de víveres de cierta cooperativa cómplice y encubridora? ¿O acaso te llegó algún paquete a tu casa sin que fuera del “amigo concejal” o del “amigo dirigente?.

Aún está fresquito el recuerdo de kiñokis y la $anta aplanadora encerrados en sus oficinas con guardias y policías, porque el pueblo… quería saber dónde estaban las bolsas de víveres que debía repartir la municipalidad. Resultó que la Muni es de todos solo a la hora de PAGAR, pero a la hora de la necesidad… solo es de los amigos.  

6. MERCADERES DE LA MUERTE

Ya sea de hambre, de enfermedad, o porque te salga un motochorro y te mate en la puerta de tu casa, la muerte se enseñoréa de nuestra “santa ciudad”. Poco le importa a nuestras “autoridades”, y como muestra basta otro botoncito: en plena pandemia, el oficialismo colorado se reunió (diciembre pasado) con la PMT para “confraternizar”.

De nuevo la autoridad arreó también a los trabajadores de Aseo Urbano para “confraternizar”. Y por tercera vez –la pasada semana- aglomeraron a sus leales seguidores en la seccional principal de nuestra ciudad. La población pudo ver los tres casos de gente apretujada en fotos y videos que aún circulan por las redes sociales.

A algunos con empanaditas y latitas, a otros con míseros chorizos, a otros con los mismos discursos de los años 50… a todos amigos o no… se los obligó a escuchar los patéticos discursos de gente corrupta que –en su desesperación ante las inminentes votaciones- tratan de hacer creer a alguien que están salvando a la ciudad y a la patria.

Pero más allá de las aburridas peroratas y del consabido japuetereí con soda, toda esa gente fue expuesta directamente al contagio, a la enfermedad y a la muerte. El principal orador estaba enfermo de COVIP pero el no lo sabía, ya que –por pura casualidad- se hizo el test después  de las aglomeraciones citadas.

Y casualmente estaba infectado con el virus. Y casualmente, también, nos preguntamos: si a cierta gente no le importa que la peste se expanda, si no le importa contagiar a sus propios “leales partidarios”, si le calienta un pepino todos los protocolos de seguridad y las advertencias de la OMS… ¿Qué carajos le puede importar el resto de la ciudadanía? ¿Qué carajos le importamos usted y yo?

7. MERCADERES DEL ENGAÑO

Aunque pareciera que, de todas las cosas se saca ganancia. Aunque a simple vista hay muchas formas de “ir para arriba”. La realidad es que todo lo que hemos destacado y mencionado, todo lo que le hemos recordado, mostrado –pero jamás inventado- a nuestros lectores se basa en una sola cosa: mentiras. Porque las mentiras alimentan la corrupción.

Mintiendo nos arrastran al atraso, mintiendo nos arrastran a la pobreza y a la desesperación, mintiendo nos quieren iniciar en la corrupción. Mintiendo nos arrastran al hambre, a la enfermedad y a la muerte. Y siguen mintiendo, porque los mercaderes del mal deben ser buenos mentirosos para vender tanta porquería y a un precio tan caro para todos.

Lo peor es que siempre terminamos sabiendo que nos mintieron. Siempre descubrimos el mismo engaño… pero siempre escuchamos sus cuentos de hadas. Es que no existe ningún mercader o makatero que no sepa hablar bien. Pero muchas palabras no garantizan la verdad, mucha etiqueta no garantiza el producto.

Y ya nos ha pasado, que después de cada elección, cuando vamos a ver al amigo sonriente y amable que tanto nos prometió, y el tipo mira para otro lado con cara de culo, o te borra del whatsapp, o no te atiende el teléfono, o te hace esperar horas en una salita para nunca recibirte… resulta que ahí es cuando se te llena de ajenjo la boca.

Y en ese momento, te duele –no solo el asterisco- sino también la mano con la que pusiste el boletín de voto errado, y quisieras volver atrás… pero ya perdiste tu oportunidad hasta los próximos cinco años. Ya te jodiste. Bien o mal, cada quien elige su destino.

No permitas eso. Si te pichás y no votás… ellos ya ganaron. Si vas y haces otro voto tavy… ellos volverán. Andá y votá. Y exhortale a tu gente que agarre bien fuerte su cédula y que se vaya a votar por quien le conviene. Y ahí es donde cada kuña y cada kuimba’e debe saber lo que hace. Como dije antes… en cuestiones de fe no me meto.

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