Desde que pagar tributo se ha vuelto una obligación que nos imponen (impuesto), y desde el momento en que las obligaciones de las autoridades parecieran haber dejado de ser obligatorias (impunidad), algunos hombres públicos parecen sentirse algo así como deidades que flotan por encima del pueblo y fuera del alcance de las leyes de la nación.
Descaradamente, aquellos que usan las leyes para exprimir el dinero del pueblo, pero que a la hora de rendir cuentas se limpian las nalgas con esas mismas normas, ahora también pretenden también imponer su autoridad por encima del libre albedrío del electorado.
Hasta Dios se abstiene de intervenir en la libertad de elección de las personas, cosa que estos demonios del caldero político, parecen ignorar.
Ahora resulta que existe –al menos en San Lorenzo- una suerte de santa inquisición política que se dedica a revisar las comunicaciones privadas de funcionarios y ciudadanos, para evaluar su grado de lealtad electoral. Si fulano o alguien de su entorno familiar se atreviera cometer el gravísimo sacrilegio de no poner en su perfil y estado una imagen de cierto candidato a intendente oficialista… prepárense para recibir toda la furia de PAPÁ ESTADO. Como mínimo algún pariente o amigo será inmediatamente rajado de alguna oficina pública. Ni hablar de aquellos que tengan algún comercio o empresita en la ciudad, porque sobre ellos caerán las siete plagas municipales: inspectores, fiscalizadores, notificadores, eré eréa.
Y el “área de influencia” de los “amigos” no termina solamente en lo municipal… los perros tienen su gente en otras dependencias como: Dinatrán, Obras Públicas, Vialidad, Salud, Educación. Están en todas partes, y así como reparten favores tales como pavimentar la calle de un motel amigo o asfaltar la cuadra que está en frente del político aliado… también pueden actuar persiguiendo a todo aquel ser humano que ose mirar hacia otra vereda, hacia otro color, o hacia otro candidato.
El mensaje es claro: “si querés vivir en paz en San Lorenzo, ponele al supremo líder en tu perfil, junto con algún candidato al rekutú (que sea de su línea)”. Si no, prepárate para el fin del mundo. Y no vayas a salir a la calle sin una calcomanía del glorioso candidato en tu auto, moto, bicicleta o… patineta. Y si no tenés vehículo, aunque sea en tu champión pegá una calcomanía oficial… por las dudas.
Si a eso se le puede llamar democracia, si a eso se le puede llamar libertad… entonces el garrote puede ser llamado poesía, y una violación se puede confundir con cariñito.
Nada que ver. Hasta ese punto hemos llegado por causa de la justicia alcahueta, cómplice y coimera. Pareciera una de esas películas de los años sesenta, que muestra al pobre pueblo ruso perseguido y vigilado por el Kremlin comunista.
Hasta ese punto, hemos llegado.