Buscar cargar la responsabilidad sobre otro es el significado de la frase “lavarse las manos”, hecha universal por el prefecto Romano Poncio Pilatos, quien firmó la condena a muerte de Jesús el Nazareno, queriendo convencer que eran otros los responsables de aquel acto, pero en realidad es él quien tenía la “lapicera” para decidir sobre el desenlace de aquella trama criminal.
Hoy día, esta práctica sigue siendo común especialmente entre hombres que ostentan algún poder público que ha sido descubierto “in fraganti” en delitos como lesión de confianza, estafa, asociación ilícita para delinquir, etc.
Un ejemplo de hacer “la de Poncio Pilatos” es el actual intendente Alcibíades Quiñones, quien tiene denuncias en la Fiscalía de Delitos Económicos por el caso de “Las 14 Plazas de Oro” y algunos que otros “lingotitos de oro”.
En algunos medios de información se le preguntó al intendente sobre el caso de la supuesta inversión de la bonita suma de G. 1.458.009.072 (plazas de oro) y su respuesta rápidamente fue “la de Poncio Pilatos”, diciendo que pagó por las obras conforme al informe del fiscal de Obras, arquitecto Óscar Acosta, que, dicho sea de paso, fue contratado por su administración al solo efecto de oficiar de “controlador” en dichas obras.
Cabe destacar que la ley le concede al intendente de cada municipio ser “el dueño de la lapicera”, o sea, es el ordenador de gastos y representante legal del poder ejecutivo local, de modo que, ante estas sospechas de hechos punibles, no pueden hacer “la de Poncio Pilatos”.
Por último, esperemos que los doce concejales de San Lorenzo sean realmente lo que deben ser —contralores de la administración del bien público de los sanlorenzanos—, aunque últimamente la sala de sesiones de la “honorable Junta Municipal” se parece más a una tabla de teatro donde los actores se burlan de su propio público.
Daniel Vargas Telles