En la madrugada del 16 de junio de 1955 en la comunidad de Barcequillo de San Lorenzo ocurrió un accidente aéreo que apagó la vida de 16 personas. La máquina que cayó en una propiedad privada de la zona mencionada fue un avión Lockheed Constellation de pasajeros de la desaparecida aerolínea Panair Do Brasil, el cual quedó destruido y carbonizado en gran parte.
El avión se precipitó a tierra cayendo en una propiedad cuyo dueño era Manuel Chamorro y quedaba a unos 500 metros del camino Ñemby a aproximadamente un kilómetro de Tres Bocas. “La máquina estaba esparcida a lo largo de 300 metros”, informaba los medios de prensa de la época.
Según una crónica escrita por el historiador Luis Verón el 16 de junio de 2015 en Abc Color, “Al parecer —decía una crónica aparecida en La Tribuna—, el siniestro en la máquina comenzó cuando chocó contra los árboles de un montículo situado a 150 metros más o menos detrás de la casa del señor Chamorro, y dentro de la propiedad del mismo. Las copas de los árboles fueron arrasadas, y, según se deduce de la vista que presenta ese sitio, allí comenzó a incendiarse el avión. Este inmediatamente tocó tierra, pero ya desde la punta de dicho montículo, arrastrándose y despedazándose a lo largo de 300 metros o menos. La desintegración de la máquina fue tal que, a ambos lados de la senda de 8 metros más o menos de ancho que se abrió en la chacra, desde donde tocó tierra, se pudo ver restos del avión. Un pedazo de ala hacia la izquierda, un resto de motor hacia el otro lado, más allá instrumentos indefinibles por haber sido casi pulverizados. Se puede decir que el avión se desintegró violentamente, en todo ese trayecto”.
La caída de avión ocurrió entre las 01:00 y las 01:15 minutos. La aeronave estaba a cargo del piloto Fernando de Barros Morgado, quien tenía diez tripulantes a cargo, y catorce pasajeros. Sobrevivieron solo nueve personas (tres tripulantes y seis pasajeros). Se rescataron un total de trece cadáveres y tres quedaron totalmente calcinados.
La máquina había despegado de Londres (Inglaterra), luego hizo escalas en París (Francia), Lisboa (Portugal), Dakar (Senegal), Recife, Rio de Janeiro y San Paulo (Brasil), desde ahí hasta Asunción de donde debía partir a Buenos Aires.
Siempre según Luis Verón, la aeromaquina “llegó a la altura del aeropuerto capitalino a eso de la 01:00 am, solicitando permiso para aterrizar, lo que se le autorizó; se alejó de nuevo, “presumiblemente para iniciar la maniobra de descenso”, pero pasaron los minutos sin que en la torre de control se supiera nada. Los operadores de vuelo empezaron a comunicarse con otras terminales, como las de Sao Paulo, Córdoba, Curitiba y Buenos Aires, pero ante la negativa de datos, empezó la alarma, solicitándose la colaboración de la policía y los puestos de Primeros Auxilios. Pronto empezaron a llegar las primeras no deseadas noticias.
Según testimonios de los lugareños, habían oído al avión pasar a muy baja altura y, momentos después, oyeron un gran estrépito y vieron un resplandor a unos centenares de metros.
Los primeros en llegar al lugar del siniestro fueron los señores Juan José Alcaraz, juez de paz de Villa Elisa, y el subcomisario de Arroyo Seco, Venancio Ortiz. El avión, ya en tierra, se deslizó varios centenares de metros, destruyendo plantaciones de bananos, piñas y cocoteros de la propiedad del señor Chamorro, y parte de la propiedad del señor Manuel Cáceres. Los heridos —con graves quemaduras— fueron conducidos hasta los Primeros Auxilios en un camión perteneciente al señor Chamorro.
A tempranas horas se hicieron presentes en el lugar el jefe de Policía, mayor Ortega, y el ministro del Interior. Poco después, también visitó el lugar el presidente Alfredo Stroessner, quien decretó dos días de duelo por la catástrofe. Mucha gente mayor aún recuerda ese ingrato suceso, ocurrido en los primeros minutos del 16 de junio de 1955”.
Fuente: Abc Color
Crédito de imágenes: Abc Color