«Los árboles son santuarios», escribió el poeta y filósofo alemán Herman Hesse. «Cuando hayamos aprendido a escuchar a los árboles, nos sentiremos en casa. Eso es la felicidad».
En su libro «Árboles: reflexiones y poemas», Hesse ve a los árboles desde un punto de vista filosófico y establece la importancia que tienen para nociones esenciales como la verdad, la belleza, el hogar, el sentido de pertenencia o la felicidad.
Los árboles se han vuelto a poner de moda, en las redes sociales diferentes hashtags sobre ellos se hacen cada vez más presentes en sitios como Instagram.
También, la práctica del shinrin-yoku, el término japonés para inundarse de la «atmósfera del bosque», está de nuevo en boga como una forma popular de prevenir y curar enfermedades dentro de la medicina japonesa.
En los últimos años, está habiendo un aumento pronunciado de la literatura sobre árboles, con nuevos libros en el tema.
Algunos títulos son «La vida secreta de los árboles», de Peter Wohlleben; «Laberinto extraño», de Will Ashon; «La larga, larga vida de los árboles» de Fiona Stafford y el cuento alegórico «El hombre que plantaba árboles», de Jean Giono.
Pero, ¿a qué se debe esta reciente obsesión? ¿Por qué los escritores y artistas están tan empeñados en los árboles?¿Qué nos pueden enseñar? ¿Realmente pueden darnos paz y felicidad?
Entre los libros con los árboles como temática, hay una antología: «Arbóreo: una colección de nueva escritura del arbolado» que explora la literatura, historia, mitología, folclore y cultura de los bosques.
Muestra ensayos de arquitectos, artistas, académicos y otros autores que están relacionados con asociaciones simpatizantes con los árboles y los bosques en general.
Algunos de los colaboradores son el poeta Zaffar Kunnial, los autores Tobias Jones, Helen Dunmore, Ali Smith, Germaine Greer, Richard Mabey y muchos otros.
Bosques para árboles
Una de las colaboradoras de «Arbóreo», la ya nombrada Fiona Stafford, señala que la actual obsesión de la literatura se debe en parte a que los nuevos escritores tienen una mayor conciencia sobre el medio ambiente.
«Pero este tipo de literatura también forma parte de antiguas tradiciones literarias«, le Stafford cuenta a BBC Culture.
Stafford ama los árboles desde que era pequeña.
«Los árboles parecen crear un mundo proprio dentro de ellos mismos, no sólo en términos de fauna, sino que se presentan como lugares imaginarios donde todo es posible».
La autora cree que hay algo «muy relajante» acerca de «un objeto tan grande que está tan lleno de vida y alimenta tranquilamente a todas las cosas que viven dentro de su corteza».
Stafford apunta a clásicos de la literatura como «Robin Hood» o «El viento en los sauces» y añade que el libro de Frances Hardings de «El árbol de mentira», recientemente galardonado, será también un clásico en el futuro.
Los árboles nos conectan nos conectan con otras personas y unen pasado y futuro»
A Stafford también le interesa cómo las artes visuales toman inspiración e interpretan esta temática. Su artista favorito en este sentido es David Hockney.
La experta asegura que «Hockney pinta los árboles y bosques con tal pasión e intensidad que transforma una escena común en algo formidable«.
El trabajo de John Crome y Gustavo Courbet también exploró el roble, que tiene un estatus mítico, representando fuerza y dignidad.
Stafford también explora el lado oscuro del monte, que asegura «es la esencia de los cuentos del folclore europeo«.
Desde los Hermanos Grimm a los cuentos rusos de Baba Yaga. El miedo a los peligros que esconde el bosque están presentes en historias como «Caperucita Roja« o «Los chicos en el bosque« pero también se puede ver en obras para adultos como en «El Bosque Oscuro«, de Dante.
Sylvia Plath y Robert Graves son otros dos artistas que también dibujaron unbosque oscuro imaginario y hay creativos visuales como Anselm Kiefer que tienen como tema el lado oscuro de los árboles y los bosques.
A pesar de estas referencias oscuras, los árboles emergen como una fuerza positiva en la literatura más reciente.
Pero, ¿esto significa para Stafford que los árboles nos pueden hacer más felices?
«Los árboles evocan todos los sentidos: olores frescos, el sonido de las hojas, el cantar de los pájaros, la textura de su corteza. Todo esto los hace llamativos, especialmente para la gente de ciudad», sentencia la autora.
«Nos conectan con otros y a su vez unen pasado y futuro«, dice Stafford.
Los árboles como cura
«Dedicar tiempo a los árboles puede ser una forma de superar el estrés«, dice Tobias Jones, un autor que está entre los contribuyentes de la antología «Arbóreo» y que habló en un panel del Hay Festival para abordar el tema.
Jones afirma que «el síndrome de falta de naturaleza es real y que es el ambiente más reconfortante que existe».
Quizás sea por eso que su última obra con árboles como temática se titule «Un lugar de refugio».
En el monte te enfrentas a tus miedos»
Durante la investigación que Jones hizo para un libro anterior, descubrió cómo la salud mental de los individuos mejoraba mientras vivían en el bosque.
Según el autor, los árboles son una panacea para la angustia y la ansiedad. «En los bosques te enfrentas a tus miedos», dice.
Además, el tiempo que empleas tratando de ser autosuficiente, cortando madera para calentarte, para fabricar mobiliario u otras cosas esenciales «es terapéutico y pacífico».
«Hay algo acerca de que los árboles sean podados para regenerarse que hace que sea bueno para la salud mental y para entender el sentido de continuidad y de reconstrucción de nuestras vidas».
La idea de abrazar árbol comenzó en India en 1730 con la rebelión de las fieles de una secta que veneraba la naturaleza.
Ser un «abrazador de árboles» está considerado un insulto por sus connotaciones hippies pero sus orígenes se remontan a la India de 1730. Un grupo de poder en el país quería construir un nuevo palacio a las afueras de Jodhpur, que a su vez era hogar de fieles de la secta naturista Bishnoi.
Los maharajah ordenaron derribar algunos árboles milenarios pero una mujer, Amita Devri, junto a otras seguidoras de la secta de los bishnois, se aferró a los árboles rodeándolos con sus manos y piernas para protegerlos de los camiones. Finalmente, las 353 protestantes murieron en el incidente.
Así que detrás del término «abrazador de árbol» hay mucho más que un simple insulto o imagen. De la misma manera que hay mucho más detrás de los árboles.
Como dijo Herman Hesse: «En sus ramas más altas el mundo cruje, sus raíces descansan en el infinito; pero no se pierden allí, luchan con toda la fuerza por una sola cosa: cumplir sus propias leyes, construir su propia forma, representarse… Nada es más ejemplar que la belleza de un árbol fuerte».
Fuente: bbc.com