Levantarse para la rutina y encontrarse con la misma historia, la dura realidad, en cuya densidad se basa el monopolio de los mediocres. Pobreza, analfabetismo, fanatismo, corrupción, maldad, sensacionalismo entre otros condimentos que hacen de un ideal y real estancamiento cuyo calvario es rutina y un conformismo silencioso nos cierra la boca y el derecho a razonar.
Me pregunto qué dirá Santo Tomás Moro al ver nuestra realidad. ¿Funcionaría aplicar su utopía en nuestro país? No sé… Y el secreto más sabido es que nuestros «zoon politikón» se dejaron seducir por el dios dinero y se olvidaron de servir a la gente, a la patria, por eso tenemos una realidad algo surrealista y que seguramente Dalí estaría de acuerdo conmigo.
Muchos compatriotas están sumidos en un ignorante estancamiento, quizás no han podido beber el zumo de Atenea para salir adelante. Más bien se inclinan ante Dionisio luego de la ínfima cosecha en fin de mes que los patricios capitalistas ofrecen a sus feudos, otros se someten ante unos raros polvos semejante a las de Merlín pero con efectos alucinógenos que según Hipócrates y compañía, afecta el alma según los religiosos, el psique según Freud y el físico humano según los entendidos.
La política actual y sin sentido de planificación hace que el país caiga en un inframundo, peor que el de Hades.
Para más, Darwin y Lewis Morgan nos dirían que no estamos «evolucionando», dudando si cual sería el patrón cultural ideal que nuestra sociedad paraguaya está atravesando. Por citar, ser barra brava es una especie de «bárbaro salvajismo civilizado» y es que estos conglomerados de «vándalos». Las barras bravas son lo más próximo al Estado Islámico en ultra fanatismo. Estos «hooligans» americanos representan la máxima vergüenza en una sociedad ética y civilizada moralmente hablando.
Para acabar con algunos problemas, sería bueno que el Paraguay atraviese por una especie de «Renacimiento» o una nueva generación que de «Ilustración» cultural, política e intelectual. Es que hace falta un cambio, pero sin la necesidad de derramar sangre.
El cambio, señoras y señores, está en nosotros. Si, ya se dijo mil veces. ¿Pero cuesta tanto ponerlo en práctica? Cuesta, pero vale la pena hacerlo y tiene maravillosos frutos que nuestra calidad de vida sería de primer nivel. Para eso debemos practicar los bueno hábitos en nuestras casas y mejor aún en la familia, pues es la célula de nuestra sociedad y es donde se adquiere los basamentos más importantes de nuestros valores e identidad que nos servirán para toda la vida… El cambio es al final responsabilidad de todos.
Ojalá que se cumpla el deseo de Platón como lo describe en «La República» que «Los filósofos (o sabios o en este caso los universitarios con preparación) deben gobernar». Ahora, nuestra realidad es diferente y es que Rotterdam ya avisó en su «Elogio a la Locura» que los gobernantes sabios aburren y no merecen estar en el poder, por eso es que hay de todo en nuestra política. Toda utopía queda en un ideal que dista de la realidad y es que inconscientemente los hombres se ponen de acuerdo para que las utopías no sean alcanzadas, quedando en sinónimo con la entelequia.
En fin, sea lo que sea la realidad o utopía, deberíamos atrevernos a conseguir una mejor calidad de vida para seguir avanzando en la senda de la modernidad próspera.