Por Jesús Barrios Lesme.
Explorando las redes sociales como facebook o twitter, nos topamos con argumentos y pensamientos de múltiples asuntos, pero esas opiniones en la mayoría de los casos pierden validez y credibilidad por un motivo indispensable y al mismo tiempo carente: la ortografía. Al iniciar nuestras sesiones, evidenciamos expresiones como “Ola stoi tan felis xq cere mama”. Es como un cachetazo, un maltrato a la ortografía. Un lindo mensaje como este ejemplo, la falta ortográfica lo ridiculiza, la cual invade nuestras vistas en la cotidianeidad. Facebook necesita una opción que diga “Me gusta tu estado, pero no tu ortografía”.
Por cierto, la función de la coma es valiosa; podría salvar una vida “Cárcel, no muerte”, “Cárcel no, muerte”. Además puede distorsionar una opinión “No queremos saber”, “No, queremos saber”. Existen personas que “escriven azi”; revaloricemos a estas palabras dañadas en los sitios web. Antes de publicar un comentario con estas características, deberíamos pensar en que exponemos nuestro grado de ignorancia.
Quizá estos inconvenientes tengan cimiento en la educación nacional, por la enseñanza precaria, sin embargo, depende de la lógica de uno para emitir un mensaje y corroborar ciertos términos para su publicación. “La lectura hace al hombre completo; la conversación ágil; el escribir lo hace preciso”, Francis Bacon. Para la escritura correcta no se precisa de un salón repleto de libros filosóficos ni aislarse de la sociedad, analizando cada línea. Con un vistazo a periódicos o revistas, tendríamos un mínimo rango de cultura.
Internet facilita las lecturas de distintos ámbitos, en consecuencia nos instruimos si hay diferencia entre “la pérdida de su hija” o “la perdida de su hija”. En varias ocasiones hasta dudamos de la adecuada escritura de algunas palabras. Esta epidemia debemos liquidar o ¿nos conformaremos con la mediocridad?
Por otro lado, la posibilidad de corrección de palabras en el celular nos permite mayor seguridad al redactar mensajes. Ahora… la dependencia del celular es otra cuestión, es asombrosa en estos períodos. Se convirtió como si fuese una parte más de nuestra figura. La tecnología posee sus ventajas como acceder rápidamente a informaciones, acercar a personas alejadas, como así también, nos distancia y nos aísla de conversaciones con padres y amigos. El aparato se vuelve como un vicio, y de esa manera desperdiciamos el hilo comunicativo.
Preferimos publicar dónde y con quién estamos, “subir una selfie” (autofotografía), antes de escuchar opiniones de mamá o papá, quienes nos aconsejan. Luego cuando terminaron de discursear, nos percatamos de que oímos el silencio.
Desechamos la probabilidad de que mañana cuando necesitemos la opinión de alguien, esa persona estará ignorando el diálogo, chateando sin límites y volver a repetir… ya no es lo mismo.
Única y exclusivamente depende de cada uno limitar las ganas incontrolables de revisar el celular cada segundo, de que nuestra vida no sea absorbida totalmente. Entonces, ¿te perderás una charla importante con tu amigo o abrirás tu facebook?
Si abrís tu facebook, no sería mala idea corregir y enaltecer a las palabras estropeadas en los espacios web e incorporar la buena escritura con el fin de obtener veracidad. En síntesis, tendría que ser obligatorio aprobar un examen de ortografía para acceder a cuentas de redes sociales o esta dificultad seguirá en expansión.