[box type=»shadow» ]Eulogio Zayas Gonzalez, (85) vecino del barrio Sta Ana de San Lorenzo, se anotó en diciembre del 2012 para recibir la pensión alimentaria que el estado paraguayo promete a todo adulto mayor de 65 años que esté en situación de pobreza. Sin embargo pese a que vive en una pieza de madera de más o menos 2×2, sin luz eléctrica y con peligro de que en cualquier momento se derrumbe, el Ministerio de Hacienda aún no realiza el censo para poder dar el ok y de esa manera cobrar un sueldo que le permitirá por lo menos tener algo de dinero en forma mensual.[/box][divider]
“Hola gente, conozco a una persona que tiene 87 más o menos. Es de escasos recursos, su casa es de tabla y zinc. Trabaja limpiando patios y jardines para sobrevivir. Que podemos hacer por él. Se llama Eulogio vive en el Barrio Santa Ana de San Lorenzo. Gestionamos para que cobre la mensualidad para la tercera edad pero nunca le salió «según» la municipalidad”, es el escrito que nos hizo llegar nuestra lectora Gaby Gómez y que nos motivó para visitar a don Eulogio
Eulogio Zayas González, nació el 28 de diciembre de 1929 en San Lorenzo y desde ese día vive en la calle Independencia Nacional al costado de la Plaza Santa Ana, no tiene hijos y vive solo en una pieza de aproximadamente 2×2 con paredes de madera y de zing y un techo con varios agujeros que da la impresión de que con un fuerte viento se puede venir abajo y para colmo sin ventilador que ayude a disminuir el excesivo calor de este verano.
Don Eulogio, a pesar de sus 85 años, con arrugas profundas, piel quemada por el sol y con sólo un ojo (el otro se tuvo que extirpar años anteriores) se nos mostró no como un hombre derrotado, más bien habla de sus necesidades con mucha valentía, y explicó que si bien hace trabajos de corpida y otro tipo de tareas caseras para sobrevivir, en éstos últimos tiempos tiene miedo a salir de su casa, ya que en la municipalidad cuando se anotó en el año 2012 para acceder a la pensión alimentaria que el Ministerio de Hacienda promete a los mayores de 65 años, le dijeron que en cualquier momento pasaran por su casa para el censo y que él debe estar. De ahí pasarón más de dos años pero los de hacienda jamás aparecieron.
“Eskapaete ningo la gobierno omeé cheve hikuai la sueldomi añemantene hagua” (ojalá que el gobierno me dé el sueldo para poder mantenerme), dijo a nuestra página, luego explicó que en los últimos tiempos practicamente no sale de su casa para esperar a los de hacienda para el censo.
Frente de su pieza vive una sobrina que también es de condición económica débil pero que según él le pasa algunos alimentos.