[box type=»shadow»] El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. Pidió fervientemente a Dios ser rescatado, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero no parecía llegar. [/box]
Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias.
Entonces un día, tras de merodear por la isla en busca de alimento regresó a su casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido, lo había perdido todo.
Quedó anonadado de tristeza y rabia. «Dios, ¿cómo pudiste hacerme esto?», se lamentó. Sin embargo, al día siguiente fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Habían venido a rescatarlo.
_»¡¿Cómo supieron que estaba aquí?!», preguntó el cansado hombre a sus salvadores.
_»Vimos su señal de humo», contestaron ellos.
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Es fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal, pero no debemos desanimarnos porque Dios trabaja en nuestras vidas aún en medio del dolor y el sufrimiento.
Recuerda la próxima vez que tu cabaña se vuelva humo, puede ser la señal de que la ayuda y gracia de Dios vienen en camino