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Por las vías de la historia de San Lorenzo del Campo Grande (Capilla Cue)

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La historia de San Lorenzo del Campo Grande, al igual que la de otras ciudades de Paraguay, se remonta a la época colonial, específicamente al año 1604. En aquel entonces, esta región comprendía una extensa franja de terreno que se extendía desde Tapiipery (hoy conocida como Capiipery) hasta casi tocar el arroyo San Lorenzo.

El antiguo paraje era conocido como Balcequillo, nombre que posteriormente evolucionó a Barcequillo. Esta amplia zona fue el asiento de las encomiendas de Francisco Cuevas en 1604. Más tarde, en 1661, el encomendero fue Juan Vanguelles. Según las crónicas de la época, en el antiguo Barcequillo existía una laguna llamada «Laguna Parra», ubicada en lo que hoy corresponde a la ciudad de Fernando de la Mora. Así, se puede afirmar que a partir de esta época comienzan a registrarse los primeros datos históricos de San Lorenzo del Campo Grande. Actualmente, Barcequillo sigue formando parte de San Lorenzo, mientras que Capiipery pertenece a Fernando de la Mora.

En 1698, un sacerdote jesuita llamado Martín de Yegros, hijo legítimo del Maestre de Campo Diego de Yegros y Doña Antonia Villasanti, donó al Colegio Jesuítico de Asunción las propiedades que poseía en la provincia. Entre estas tierras figuraban las conocidas como Ñu Guazú o Campo Grande, también llamadas tierras del Isatí, habitadas en ese entonces por encomenderos y sus familias.

Posteriormente, en 1704, por orden del Gobernador de la Provincia del Paraguay, Antonio Escobar y Gutiérrez, se llevó a cabo un empadronamiento en la zona. Según los registros españoles de esta época, en la región habitaban algunos excompañeros de José de Antequera y Castro, quienes habían participado en la revolución comunera.

Construcción de la primera capilla en honor a San Lorenzo Mártir

La ocupación de estas tierras por parte de los jesuitas no estuvo exenta de resistencia por parte de los encomenderos, quienes ya se consideraban dueños de las parcelas que habitaban. A pesar de ello, los jesuitas lograron asentarse en sus nuevas posesiones.

Como relata el Capitán Speratti en su obra San Lorenzo: Antecedentes, Origen y Evolución Histórica, los miembros de la Compañía de Jesús eligieron estratégicamente un lugar al este de Barcequillo para el centro de sus actividades religiosas y económicas, considerando su facilidad de comunicación con el interior de la provincia, especialmente con las misiones jesuíticas del sur del país.

En ese lugar construyeron una modesta capilla en honor a San Lorenzo Mártir, destinada a la evangelización de los aborígenes de la zona. A diferencia de las imponentes edificaciones de piedra de las misiones del sur, esta capilla era sencilla. Como era costumbre en la época, los religiosos también edificaron viviendas y galpones para almacenar los productos agrícolas y ganaderos de las chacras y estancias aledañas. La capilla se convirtió en el centro de la vida poblacional durante aquellos años.

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